rol_isla yoshi_01

La profundidad del agua no era la suficientemente elevada como para ahogar a aquella chica, pero era obvio que eso dependía de si se había quedado boca abajo o no.

Tanteó la superficie del la piedra con precisión, intentando no aplastarla si es que seguía allí. Ya no la sentía físicamente, pero teniendo en cuenta que no hacía mucho que la había soltado y la corriente no era muy fuerte, podría simplemente haberse ido por su propio pie.
Seguía con los ojos cerrados, pero no por el hielo, ya que era practicamente ausente, sino por cansancio. Estaba guardando fuerzas para que su regeneración fuera haciendo efecto lentamente, y el agua del mar la proporcionaba una temperatura agradable.

Tocó ligeramente algo con la cola, y abrió ligeramente un ojo. Parecía viva, quizá no tan cansada como ella, pero se había dejado flotar. La levantó ligeramente con las placas que formaban la punta de su cola, a modo de pala, haciendo que ya no estuviera en contacto con el agua.

Quizás el golpe la había hecho perder su odio, o simplemente no le apetecía luchar, pero en cualquier caso no tenía ya mucho interés en echarla de allí. A pesar de su odio natural a aquella especie no era suyo, sino de la mayoría de criaturas mágicas, solo lo entendía parcialmente. La mayoría de veces los humanos huian aterrorizados, y a pesar de aquella aversión, nunca buscaban matarlos. Como mucho los herían para que se rehusaran a seguir acercándose, y había visto hacer aquello miles de veces en su tierra.

Pero era la primera vez que alguien se daba la vuelta y se negaba a huir. Y como criatura racional que era, podía entender la resistencia que había ofrecido a ser expulsada de allí. Sin embargo, si nadie había ido a buscarla, era porque estaba sola. Seguía significando una amenaza, teniendo en cuenta que aquello no habia acabado técnicamente en tablas, y de todos modos no tenia fuerzas ya para defenderse de otro ataque.

No le tenía miedo a la muerte, había vivido de forma bastante digna, y su falta de experiencia en combate individual la había puesto en una mala situación. Si en aquel mismo instante decidieran arrancarla la cabeza, al menos había sido luchando.

Dejó que resbalara hasta caer sobre el pelo de su espalda, sin mucho interés en lo que pasara después.

-Podéis matarme si deseais...Realmente sería una desgracia que no aprovechaseis esta oportunidad gloriosa... de haceros con la cabeza de alguna criatura exótica en vuestra travesía solitaria -la murmuró sin mucha fuerza en la voz- Incluso...un humano que nunca me haya visto sentiría curiosidad por mi precio en alguno...de sus mercados sociales, ¿como lo llamais?...-meditó-...subastas. Si...

-Tranquila, tampoco... Me comí el barco si es lo que...te interesa -sentenció sin mucha energía- No he vivido aqui demasiado, pero...calculo que la marea comenzará a bajar en una media hora -se quedó mirando a la luna, esperando a recuperar fuerzas con el tiempo- 

Se quedó varios minutos allí, esperando a dejar de sentir dolor. Poco a poco fue recuperandose, a excepción de, como ya se esperaba, aquella herida tsn concreta. Se había visto obligada a usar su poder para congelar la brecha y frenar la hemorragia, pero sin duda el músculo estaba dañado, e incluso quizá el hueso se encontraba dañado de algún modo por la explosión interna. Se sentía como si su propio poder se hubiera vuelto contra ella, congelando sus propia extremidad desde dentro y perforando sus músculos con cientos de agujas heladas. Dudaba si podría apoyarse con ella, y cuanto duraría, sin embargo seguramente podía seguir moviendose por el agua sin que eso la afectara en absoluto.

Miró hacia atrás, donde se encontraba aquella silueta humana. Lejos de sentir empatía, debajo de una corteza de cansancio, afloraba la curiosidad común de cualquier ser vivo cuando se encuentra en una situación desconocida. Habia estado mas acostumbrada a ver legiones enteras cargar contra su especie y asediar sus lugares de descanso en busca de botines de escamas, huesos y reconocimiento, mientras los guivernos defendian con garras y dientes sus cuevas de la codicia humana. Sin embargo, era la primera vez en su vida que solo uno se atrevía a ponerse frente a una criatura diez veces mayor que ella y lo enfrentaba. Normalmente, con los años y el reducido exito de los asaltos, los pocos humanos que se atrevían a adentrarse en la tundra acababan formando parte de una colección aparentemente infinita de esculturas de hielo.

-¿Porque aquí? -la cuestionó- De todo lo que puede haber ahí fuera, ¿porque esta isla?

...Tu habrías hecho lo mismo -respondió instintivamente- Es la naturaleza humana, la eterna disputa entre vuestra codicia y nuestro orgullo... me habrías matado si hubieras pensado solo por un par de segundos el valor que podría alcanzar el cadáver de cualquier criatura, ¿sino porque venir hasta aquí? la cuestionó-

A excepción de su pierna, todo estaba en orden para ella. Con bastante lentitud teniendo en cuenta la distancia a la que se encontraba de su tierra de origen, pero todo su cuerpo se había curado. En circunstancias normales, habría tomado solo unos segundos dependiendo del daño, o al menos así había experimentado ella en ocasiones anteriores, pero supuso que todo era causado por una baja intensidad de magia en aquella zona.

Nunca había peleado realmente, al menos no en solitario, ya que nunca se había visto en la necesidad de hacerlo. Sus instintos y prejuicios la habían llevado a aquella situación tan negativa, pero no por ello se lamentaba por lo que acababa de hacer. La humanidad era realmente peligrosa, como una bacteria que contamina el agua de la que otros beben, enfermándose hasta la muerte. Sin embargo, la curiosidad la estaba llevando a la arriesgada decisión de seguir allí y no irse, de saber como un humano había logrado soportar la magia sin llegar a morir.

-Los humanos y la magia, son enemigos... y lo serán por siempre seguramente. Pero el hielo esta tan primordial y puro que no elegiría a cualquiera para que lo gobernara, es una decisión natural... -sus conocimientos y lo que había vivido chocaban. Nadie estaba allí para decirla si debía o no matarla, si todo aquello solo eran falacias cuidadosamente transmitidas para que los humanos engañaran a otras especies o si de verdad existían excepciones incluso en casos como aquellos.- Faltan cinco horas para el amanecer, pero posiblemente ya te hayan visto. Haz lo que más se ajuste a tus necesidades.

La posó en la roca, la cual apenas tenia unos dos centímetros de agua en su superficie por la bajada de la marea, y nadó a la cueva que se encontraba, para su sorpresa, a apenas unas decenas de metros de allí. El camino de rocas que conectaba ambos sitios era intransitable para ella en aquel estado, pero estaba segura que esa herida no tardaría más que unas horas en curarse. No había tampoco perfeccionado sus habilidades de curación ya que nunca se había encontrado en una situación donde las necesitara, así parecía la más indicada y esperaba que la última.
Decidió que, al menos para la próxima vez, esperaría a que el movimiento lo hiciera otro por ella. Su cuerpo y, más bien su orgullo de especie, no soportaría otra disputa de aquellas por un tiempo.

Dencansó por unos minutos escuchando de fondo el mar mientras relajaba el cuerpo. La sal del mar mordía la carne expuesta con avided, pero también aseguraba que no se infectaran las heridas, así que el dolor era secundario.

Miró a la joven desde la distancia, que parecía tener poco interés en marcharse.

-No tengo tesoros si es lo que buscas, solo conocimiento -reprochó mientras la miraba solo con el ojo orientado en su dirección- Nada que un humano pueda robar.

Se cubrió con sus alas y prosiguió su actividad de letargo, sin mucho interés en si el barco sería o no capaz de navegar de vuelta a su localización de origen.

-El sentido de la orientación humano... sabéis contrarrestar vuestra carencia de esa capacidad en fabricar utensilios que encuentro bastante... -meditó durante unos segundos, intentando encontrar la palabra más adecuada para lo que quería expresar. Sin embargo, la amalgama de sentimientos acerca de aquel concepto le era casi imposible de definir con solo una palabra, así que optó por algo simple- curiosos.

Centró la mirada en el barco a unos pocos cientos de metros, mecido por la suave corriente con parte de su casco dañado, pero aún flotando sin dificultad.
No tenía tan mal aspecto como otras embarcaciones que había observado encallar en los alrededores de la Costa de Sierra, pero era posible que una tormenta bastante fiera lograra acabar el trabajo que ella había empezado. Comprobó que estaba oculta por la oscuridad de la gruta y cerró los ojos, concentrando energía en curar sus heridas. Era lo vital en aquel momento, mientras reflexionaba acerca de los siguientes movimientos a realizar.

-Esa corteza de nuez no llegará muy lejos, incluso habiendo estado de una pieza -gruño incómoda- No se a donde intentes volver, pero el camino de vuelta siempre es más peligroso -la miró de reojo, esperando alguna reacción, algún signo de alejarse hacia el barco y desaparecer, pero no había una respuesta clara- No tiene el olor de los que busco, aunque si que su arma es un tanto...poco común. De donde sea que haya salido la fuente de ese poder, una vez estuvo tan vivo como yo antes de convertirse en un capricho más de la especie humana.

-Amanece, y seguramente noten tu presencia. No se cuanto impacto tenga un humano aquí, pero apuesto a que no será minúsculo. ¿Qué harás? -su voz tenía un toque satírico y despreocupado, quitándole importancia a una situación que tachaba de ser simple en comparación al conflicto que habían mantenido hace unos minutos. Sacudió su extremidad herida, prácticamente sanada, aunque algo entumecida. A su percepción, había tardado demasiado en curarse, y podía deberse a miles de cosas que habían dejado de importar a excepción de una; porque un humano poseía magia en su posesión-